lunes, 23 de mayo de 2011

Porque Tiembla la Tierra en RIO SAN JUAN.


Por Miguel Alonso.
Los últimos días la tierra ha temblado en la zona norte del país y se ha sentido en RIO SAN JUAN, lo que ha creado sobre saltos en la población y un ambiente nerviosismo, que me ha puesto a pensar el porque tiembla la tierra en por acá.


Lo primero que me llega a la mente es un dibujo en uno de mis libros de estudiante, donde se presenta a nuestro planeta tierra con un núcleo interior fundido e incandescente. En ese centro es donde empieza el problema, porque en el hierven las rocas.


La Republica Dominicana se encuentra en el `medio de dos bordes de placas tectónicas. Al norte nos pasa la placa tectónica de Norte America y al Sur la Placa tectónica del Caribe. Río San Juan se encuentra a menos de 10 kilómetros de la placa de Norte America.


En la medida en que la placa de Norteamérica penetra por debajo de la placa del Caribe acumula suficiente energía elástica y cada vez que la energía acumulada entre ambas placas tectónicas supera la resistencia del plano de fricción, se produce una fuerte sacudida sísmica caracterizada por la propagación de ondas sísmicas longitudinales de compresión y de ondas sísmicas transversales de cizallamiento, las cuales viajan a través de las masas de rocas y de suelos que encuentran a su paso y son las que estremecen, rompen y derrumban nuestras viviendas.


Mientras más cerca está nuestra vivienda del lugar donde se liberó la energía (hipocentro) mayor es la sacudida sísmica que sentimos, y, mientras más blando es el suelo, mayor es la aceleración espectral que se produce y mayor es el estremecimiento de nuestra vivienda, a lo que sumamos la quietud de las horas de la noche, y la tranquilidad que nos caracteriza al dormir, y es ese el motivo por el cual sentimos más fuertemente los temblores que se producen mientras dormimos en horas de la noche o de la madrugada, que los temblores que se producen durante el día, mientras caminamos o mientras estamos envueltos por el bullicio diurno.


El valle del Cibao, la cordillera Septentrional, la costa Atlántica y la península de Samaná, son nuestras regiones geográficas más cercanas al límite de interacción entre estas dos placas tectónicas, y por tal razón históricamente han sido las regiones más afectadas por las fuertes sacudidas sísmicas que se han producido.


En los últimos meses, y en los últimos días, el país ha estado siendo sacudido por múltiples temblores de tierra de magnitud variable entre 3.0 y 5.0 grados Richter, y no obstante esas alertas tempranas de la naturaleza, nuestras autoridades de socorro se mantienen indiferentes, quizás porque no entienden el lenguaje de la sismicidad, o quizás porque no tienen las herramientas necesarias para hacer frente al desastre generado por un gran terremoto, o quizás porque poco les preocupa lo que podría pasar.


Pero lo cierto es que vivimos en un pueblo de muy alto riesgo sísmico.


No hay que ser pronosticador de catástrofes para saber que el día menos esperado la República Dominicana será sacudida por un gran terremoto, y lo lamentable es que ese día nos ha de encontrar desprotegidos y no preparados, sin sangre en los hospitales, sin sueros hidratantes, sin agua potable almacenada, sin antibióticos, sin autoridades y sin nada de nada.


No hay un plan de educación de la población sobre el riesgo sísmico al que estamos expuestos, no se enseña a los niños ni a los adultos como identificar los lugares menos vulnerables de nuestras viviendas, de nuestras escuelas y de nuestros espacios públicos, ningún legislador se empeña en presentar un proyecto de ley para que el riesgo sísmico sea una asignatura escolar de primer orden y nuestros presidentes, todos y sin excepción, son los primeros que ignoran esa realidad sísmica para no tener que invertir en mejorar las vulnerables estructuras de las escuelas, hospitales y edificios públicos.


Que Dios se apiade de todos nosotros.

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